Me dirijo a la cocina distraido, con una lata de refresco vacía en la mano, la meto en la nevera y cierro la puerta. Me quedo mirando el reloj, no lo escucho, pero veo su tic tac. Siempre se ve pasar el tiempo, pero nunca se oye, tan sólo el tic tac de los relojes que lo secuestran en una cárcel, cuyos barrotes albergan la esperanza de un futuro lleno de triunfos sin valorar y pérdidas sobrevaloradas.
Me pienso como pieza de un gran puzzle, que defectuosa no encaja en el dibujo dejándolo incompleto, inacabado. Somos puzzles pequeñitos que se unen a otros más grandes; Mi mente se pierde en esa red inmensa alrededor del mundo. Al momento deshago la red y vuelvo a la nevera, saco la lata y la tiro a la basura.
Regreso al salón, miro por la ventana y la calle se me antoja un universo nuevo por explorar, me doy la vuelta y siento las paredes caerse sobre mi, mientras mi cuerpo crece desmesuradamente a una velocidad de vértigo, que acelera el aplastamiento. Me transformo en una madeja hecha nudos que me ahogan y que al tratar de deshacer aprieto aún más.
Bajo a la calle, le encargo a la brisa que sea mi peine, y siento mucho miedo, pues de repente parece que olvido el lenguaje, dejo de entender cuando me hablan con palabras. Necesito un abrazo de esos que me hacen sentir grande como un océano, enamorado del cielo y condenado a rozarse solamente en el infinito horizonte.
Inflo mi alma y la dejo ascender, como el globo que se le escapa a un niño y vuela fugaz hacia el cielo, mientras mi cuerpo permanece inmóvil observando la ascensión, igual que la pequeña mirada perdida en el infinito y cargada de lágrimas henchidas de pérdida provocadas por el cielo ladrón de globos. Me hace gracia mi idea y me imagino al cielo escondiendo un almacén secreto de globos perdidos y a sus pobres dueños cuya mirada nunca recobró la alegría.
Te pienso, y al pensarte quiero olvidarte, porque eres una herida abierta desde dentro, una especie de huevo en flor del que nace un gusano que va alimentándose vorazmente de una castaña, hasta que su saciedad le obliga a salir a respirar y forma un túnel hacia el exterior del fruto. Me devoras por dentro mientras yo me deshago buscando el extremo de mi madeja.
No logro quitarme del todo el sabor del dolor, busco en mi lengua la fuente del mismo y encuentro escondidas las últimas palabras que callé. Desconozco si algún día seré capaz de expulsarlas hacia tus oídos y libre pueda gritarle al viento que sople todo lo fuerte que quiera, pues no me llevará más con él porque habré de cargar piedras en los bolsillos, igual que a mi espalda cargo el peso de la culpa que jamás tuve, pero soñé tener.
Me harto de entender y busco sentir; Los caminos se abren ante mi y elijo el más difícil, la calle más oscura me parece la más bella, me adentro y llego a un paraíso que se extiende desde mi propio cuerpo hasta un abismo que baja al mismísimo infierno. Lo qué más temo es llegar al final, pegar un salto y desde arriba al observar el camino que he andado darme cuenta que había un mar de lágrimas y un cielo de sonrisas, pero por no saber ponerle alas a mi barca nunca llegué a ver las sonrisas.
Regreso a casa, más despeinado que nunca, al entrar oigo el tic tac del reloj, entro a la cocina y miro como se mueve el minutero, constante imparable, mientras el segundero acelera su marcha y se acerca rápidamente a adelantarlo. Abro la nevera, cojo una lata de refresco y me voy al sofá a ver la tele, al cabo de una hora me doy cuenta que está apagada.
creo q es de lo mejor q te he leido... MUY BUENO NACHETE! pero no temas, seguro q consigues esas alas para no perderte las sonrisas!
ResponderEliminarMe alegro que asumas que el mejor peluquero es la naturaleza, que aparte de tener tijeras afiladas, tiene los mejores perfumes y el mejor toque para dar aire, caos, vida al pelo y además la magia de que encima no te importe como quede, porque estás mirando al cielo.
ResponderEliminarTe acercas más a ti mismo en cada texto. Como esto siga así al final va a ser todo un espectáculo que superará cualquier bestseller,
De todas formas, debes cuidar un poco la verosimilitud del relato. Deberías empezar con algo más real del tipo:
Me acerque a la cocina con una cerveza de medio litro en la mano. Estaba vacía. Aun así, la agite y conseguí una gota que me acaricio los labios como un último beso de despedida. Abrí la nevera...