sábado, 16 de abril de 2011

Vidas de papel en un mundo de hojalata

Iluminado por un rayo de sol se halla un alma desangrada;

Gota a gota se derrama la vida, esa vida que no es nada y a la vez es todo;

Va muriendo lentamente viendo como unas vidas dominan a otras, todas ellas de papel

Hay papeles de fumar, fáciles de destruir, fáciles de quemar, y fáciles de deformar y dominar por otros paleles que aún siendo igualmente débiles tienen detrás todo un ejercito de cartulinas carcomidas que únicamente tienen la palabra odio escrita en el centro de si mismas. No importa el grosor del papel que da forma a la vida, lo fundamental es el mensaje que guardan.


Todo papel nace a partir de otra vida, bello blanco y dispuesto a llenarse de mensajes; Los trazos son educables, por eso en ocasiones hay poesias hermosas, palabras sin sentido, o auténticas declaraciones de guerra, cuyo autor no duda en usar a modo de tijera herrumbrosa este mundo de hojalata en que vivimos, dispuesto a cortar toda una papelería entera si es necesario.


El papel dueño del alma moribunda llora en silencio por el dominio injusto de los cartones que arrancan las finas hojas de una vieja biblia, con una crueldad inmensa que parece haber sido sacada de la peor de las pesadillas.

La biblia es privada de su libertad por contener un mensaje que no todos comparten, por ello debe ser mutilada privada de todas sus ideas hasta quedar reducida a un simple abecedario cuyas letras arbitrarias y sin orden alguno transforman a su dueño en mero espectador del óxido del mundo, y la putrefacción de unas "almas" opresoras que sin duda alguna contribuyen a la decadencia y al horror.

1 comentario:

  1. Erase una vez que se era, un reverso alegre de un corazón de papel triste. Un corazón de hojalata que no quería odiar y que se creía lleno de herrumbre. Erase que se era, un león que palpitaba con el corazón diminuto y acelerado de un gorrión azul, que pudiendo volar, soñaba con no soñar, abrazándose a un bambú solitario que trepaba hasta el cielo. Erase que se era un camino de baldosas amarillas, que la ciudad inmensa, había convertido en alquitrán espeso y sucio.

    El chico de papel, en su reverso alegre, se sienta y sueña, directamente conectado a una estela de cometa. Sus manos moldean estrellas y se da cuenta, al fin, que el mayor papiro es aquel que no tiene márgenes ni fronteras.

    Escribe entonces, mojando sus dedos en la tinta de la luna, palabras blancas en un braille de puntos luminosos que dibujan constelaciones expandidas de esencia y colores de iris. La constelación de una cerdita con tutú nos sonríe en la noche, desde arriba. Y por fin, la oscuridad, cuando los de aquí abajo no concilian el sueño, se llena de un lenguaje universal que más que entender, sentimos.

    El chico, en su reverso, conoce el antídoto contra el abecedario arbitrario (por eso aplaude con las manos arriba, girando las muñecas), el óxido del mundo, el horror que impide a un cuerpo no estirarse, expandido, hasta el cielo. Los corazones de papel, al aplicarlo, volarán libres en la noche oscura, convertidos en pajaritas, caballos, unicornios y sueños.

    Y es que el chico de papel,
    aunque no lo sepa,
    tiene un secreto...
    ¡Conoce el arcano arte de la papiroflexia!

    ResponderEliminar