Esta mañana me levanté pronto y bajé a la calle a hacer unos trámites, siempre me han aburrido los papeleos, así que me he dado tanta prisa en terminar, que me ha sobrado mucho tiempo libre; Como no me gusta estar sin hacer nada, he decidido dar un paseo.
La calle era extraña, no era la misma de siempre, había mucha gente y todos se apartaban a mi paso para mirarme con atención. Sus ojos eran llamas en mi piel que me obligaban a retroceder paso a paso, hasta que al final no he soportado el fuego, me he dado la vuelta y he echado a correr.
La gente se ha quedado atrás, pero he seguido corriendo hasta llegar a una calle muy oscura, a pesar de estar brillando el sol con todo su esplendor. En esa oscuridad me sentía más seguro; He parado unos segundos a coger aire y he recuperado la calma suficiente para seguir paseando a la luz de las sombras.
Tapado por las ramas de un árbol enorme me ha parecido ver un cristal que ha resultado ser el escaparate de una pequeña tienda de caballero. He obviado los trajes expuestos y mis ojos han ido a clavarse directamente en un sombrero negro con unas rayas blancas en la base. En ese momento he sentido como cierta cantidad de energía escapaba por mis pupilas e iba a parar al sombrero, que claramente me estaba eligiendo como medio de transporte.
Al salir de la tienda con el sombrero puesto, la calle adquiere una luz extraordinaria, casi cegadora.
Siento como mi nuevo accesorio me controla, unos cables imaginarios lo unen a mi cerebro, receptor de sus órdenes. Regreso a la atestada calle por la que inicié mi paseo, ya no hay tanta gente, y las pocas personas que encuentro, parecen huir de mi, asustadas después de echarme una mirada rápida.
El sombrero está contento, parece que le gusta hacer turismo, conocer el mundo que había más allá del cristal del escaparate. Al pasar cerca de una boina, lucha desesperadamente por salirse de mi cabeza y marcharse con ella dispuesto a cortejarla, pero los cables imaginarios nos mantienen bien unidos.
Está como loco y a mi me hace gracia la situación, debe ser su primer amor; Ese primer amor imposible para todos.
Nos sentimos los reyes de la calle, pero el título nos dura poco.,A lo lejos vislumbro un caballero con un smoking y un sombrero de copa enorme que consigue intimidar al mío; Este se aplasta un poco y se pega todo lo que puede a mi cabeza.
El gran señor me tiene tan hipnotizado que no veo el pozo en el que voy a caer, por lo que mi pie se lanza a pisar un suelo inexistente y mi cuerpo se sumerge en una caída vertiginosa a través de un oscuro túnel vertical. Siento como voy formando una espiral mientras me precipita al vacío.
La caída se alarga más de lo que preveo y me parecen horas, durante un momento sospecho que es un pozo infinito y jamás llegaré a tocar el fondo, pero justo en ese momento mi vida impacta fuertemente contra un suelo firme como el cemento.
Mi cuerpo queda inmóvil, mirando hacia arriba, sin poder moverse, viendo la luz exterior al fondo; Así permanezco durante algunas horas, sin que nadie se asome al pozo, y finalmente comienzo a llorar a la vez que empieza a llover.
El pozo se va llenando poco a poco por lo que temo ahogarme y que mi cadáver quede ahí abajo para siempre. Cuando ya apenas toco el fondo con la punta de los dedos de los pies, me acuerdo de mi sombrero que curiosamente no se ha movido de mi cabeza, me lo quito y lo suelto, me sorprendo al ver su flotabilidad, que es maravillosa. Me aferro al sombrero flotador con todas mis fuerzas y abandono mis pies a la corriente, poco a poco va ascendiendo hacia la abertura, que parece dar directamente al cielo.
El pozo se desborda y yo salgo empapado, echo a andar sin saber a dónde. Cuando termina de llover, mis lágrimas finalizan, me dirijo a casa y me despierto del sueño al lado de un sombrero negro con rayas blancas en la base.